Lo primero que tienes que comprobar es que no se te haya metido un abejorro en el orificio. Si fuera así, mala cosa, porque el citado insecto acabaría de posesionarse de tu oreja, ya no sólo de la mentada cavidad, sino de la planta entera, tú. Llevas un okupa colgado de la oreja, admítelo. No esperes que el gobierno acuda en tu socorro: está para trincar, el putiferio y poco más. ¿Cuál es la buena noticia? No la hay. Debes aprender a vivir con el parásito. Un pacto entre caballeros sería lo indicado. Pero, quia. No estamos entre caballeros, no hay más que fijarse en el ambiente patrio, donde pulula la gentuza y en el campo literario ni te cuento, que los premios se los lleva siempre un badulaque.
Te lo diré de otra manera: estás solo. En adelante, todo depende de tu ingenio. Habrá otros como tú, te lo concedo. Pero es altamente improbable que los identifiques. Te lo vuelvo a decir y que te quede claro: estás solo. Serenidad ante todo. Si pierdes los nervios, lo pierdes todo. No es ocioso que elabores una sonrisa desdeñosa, de personaje que está más allá de todo. La procesión irá por dentro, ya lo sé. Pero nadie debe advertir tu indigencia o desánimo. Debes comportarte como siempre, sin lujos o estridencias. Llegado este momento, es muy posible que el díptero, con esa intuición que tienen los bichos, empiece a revolverse en el alvéolo. Buena señal. Pero sigue comportándote como la masa. Incrementa ligeramente -¡he dicho ligeramente!- tu aflicción. Contempla el cielo. ¿No has notado ese aire, entre canalla y retador, que, a veces, por alguna razón, tienen las nubes? ¿A quién te recuerda? ¡Exacto! Al fulaneo gubernamental, sin excluir a la impagable, pero pagada, testa coronada, con su aroma impecable de traición.
Un último apunte. El abejorro se irá tranquilizando. Bajará la guardia. Quizá duerma y hasta ronque. Tú no puedes dormir. ¿Cuándo has dormido? Fájate y sigue peleando. Lo llevas en el sueldo, je. Algún día me darás las gracias.
18/10/2025
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